viernes, 27 de mayo de 2011

Chica pared o de como las abuelitas se apoyan en mi disimuladamente en un tren a hora punta...

Sí, me han confundido con una pared de vagón.

Lo he sufrido en mis propìas carnes. Son pocas y se dispersan en los diferentes vagones en hora punta, y aprovechan la situación para dejarse ir (literalmente) y acoplarse a ti de tal manera que las confundes con una nueva prolongación de tu cuerpo.

Se mimetizan contigo y acabas aguantando tu peso y el de la mujer en cuestión, la cual se amolda perfectamente entre tus carnes "semiprietas".
Así que hago un llamamiento a todas las abuelitas: Señoras, no soy una pared!

Ahí queda dicho.

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