Sí, me han confundido con una pared de vagón.
Lo he sufrido en mis propìas carnes. Son pocas y se dispersan en los diferentes vagones en hora punta, y aprovechan la situación para dejarse ir (literalmente) y acoplarse a ti de tal manera que las confundes con una nueva prolongación de tu cuerpo.
Se mimetizan contigo y acabas aguantando tu peso y el de la mujer en cuestión, la cual se amolda perfectamente entre tus carnes "semiprietas".
Así que hago un llamamiento a todas las abuelitas: Señoras, no soy una pared!
Ahí queda dicho.
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